martes, 21 de mayo de 2013

1983-2013 - Los Presidentes: Análisis

ANALISIS
La actividad presidencial no es la misma desde la muerte del ex presidente, más allá de lo afectivo, se ha ido revisando el modus operandis de la  lógica de enfocar ciertas decisiones, aunque no se haya modificado el método con que las ha tomado. Sigue siendo radial y absolutamente concentrado en una sola persona. Esto hace que se corran más riesgos, porque no puede compartir los costos, pero si las decisiones políticas que resultan acertadas, la eventual incidencia negativa del método queda un tanto relativizada.
La opinión publica urbana está modificando el grado de receptividad de la actividad presidencial, las sucesivas marchas muestran un aumento de participación ciudadana y una aceptación en las mismas de políticos opositores, cosa que no ocurría en las primeras.
El modelo, para subsistir necesita de urgentes modificaciones sobre todo debido al cambio negativo en las condiciones de la economía mundial y la dispar realidad que se da con el nivel alcanzado por países vecinos. Esto traerá perdedores y ganadores. Como en todo ajuste, la relación con el sindicalismo (y no solo con el sector Moyanista) se volverá mucho más tensa de no encontrarse alternativas paliativas al proceso inflacionario.
Se vislumbra una nueva “madre de todas las batallas”, esta vez con el Poder Judicial, y si bien en el aspecto legislativo todo parece favorecer a la Presidente, no ocurre lo mismo en los medios ni en la opinión pública, siendo altamente probable que sectores judiciales resistan, amparos mediante, el proceso, lo que implicaría un retroceso en la agenda presidencial semejante al ocurrido con el campo.
Nada parece indicar que política de desacralización de “vacas sagradas” fuera a detenerse, siendo este un signo distintivo del kirchnerismo que se ha potencializado con el cristinismo. Si los “triunfos” obtenidos en base a las empresas  privatizadas, las AFJP, el FMI, los fondos buitres, los militares, la Iglesia, el duhaldismo, algunos empresarios y los medios (este a medio camino) fue un gran rédito político para el Gobierno y seguramente lo continuará intentando.
En el plano político electoral aumentará la tensión con el “peronismo opositor” y el sindicalismo politizado. Moyano plantó bandera opositora dentro de las huestes  del PJ- no cristinista, con lo que se demuestra que los puntos de conflicto con el  Gobierno Nacional no sólo estarán anclados en demandas de la CGT o en el uso del derecho de huelga. La conflictividad será estructural, en la medida en que la Presidente tiene en mente reducir el poder de veto y presión de las estructuras sindicales (y territoriales) dentro del esquema de coalición política que imagina: un esquema de centroizquierda en el cual el cristinismo sea el actor principal, relegando al  peronismo pegotista a una incidencia diluida.
Esto se verifica con la incidencia de un proceso de renovación dirigencial. La incidencia de Unidos y Organizados, (con un papel preponderante de La Cámpora por sobre los otros grupos Kolina, Movimiento Evita, MILES, etc.) y de jóvenes, sumado a la entronización de Amado Boudou y Juan Manuel Abal Medina, Kiccilof, Larroque, etc. entra dentro de un mismo anhelo de proyectar figuras nuevas que no provengan de las lógicas tradicionales del peronismo, y que se hayan incubado dentro del propio kirchnerismo cristinizado.
Ese aspecto de su proyecto implica cambiar los actores para trazar nuevas coordenadas de alineamiento ideológico.
Empero, ello se encuentra condicionado por la “inserción asalariada” que estos sectores así como distintos referentes e intendentes (dependientes de fondos nacionales) tienen en el territorio, sobre todo el bonaerense. La capacidad movilizadora del cristinismo, sospechada de rentada, tiende a verse confrontada con las movilizaciones espontaneas realizadas en los principales centros urbanos.
Por otro lado, y como nuevo factor a tener en cuenta está el hecho de las denuncia por corrupción que han asomado en los últimos tiempos y que afectan la imagen del ex presidente, de empresarios amigos del gobierno y de funcionarios de distinto rango, llegando a la figura presidencial.
Estas “debilidades” del oficialismo, encuentran su contrapartida en la principal “fortaleza” que lo sostiene y le permite aun continuar “marcando agenda”: la dispersión de la oposición, que desde los catastróficos resultados del 2011, no atina a encontrar un elemento aglutinador permanente, para desde allí ofrecerse como una alternativa válida y creíble.
Afectados no solo por el efecto “54%”, los opositores pagan precio alto por diversas cuestiones, muchos de ellos por su inmediato pasado ya sea como funcionarios o como “sostén” del modelo kirchnerista-cristinista, otros por sus escasas inserciones territoriales y la falta de expansión a nivel nacional, algunos por su excesiva identificación pública con determinadas orientaciones políticas que les impide tener una flexible adaptación a nuevas expectativas, y en general la gran mayoría de ellos por un excesivo protagonismo personal que, las más de las veces les ha hecho dilapidar las ocasionales oportunidades en que han sabido poner, aunque volátiles, límites al oficialismo.
A todo ello se debe sumar la irrupción de una figura totalmente ajena al mundo político y que no ha tenido, ni se espera que tenga, intervención directa en él, pero que con sus actitudes, sus actividades y su ascendencia trascendental, puede alterar por acción u omisión (y no necesariamente política) el tablero de expectativas inmediatas.
Esta figura, la del Papa Francisco, puede actuar por elevación y por contraposición en la opinión pública general, sirviendo como un marco referencial en el que contrarrestar la imagen del oficialismo. La actitud  ambivalente del Gobierno nacional ante su designación (precedida por su relación cuando se encontraba frente a la Iglesia de Buenos Aires) ha sido observada con atención por la opinión pública.
La divulgación de su imagen de modestia, (su desdén hacia las comodidades terrenales —prefiere usar el autobús a una limusina con chofer y hasta ahora preparaba sus propias comidas—, pero su activismo en favor de los pobres ha sido igualmente notable a lo largo de su vida. Aunque rechaza la "teología de la liberación"—una ideología social y política radical—, apoya la aplicación de políticas firmes para promover la igualdad), de su humildad y simpleza, (se reivindica simpatizante futbolero) pero fundamentalmente de sus intentos de renovar los aires de la iglesia (y por ende de todo un sector de la humanidad) resultan altamente opuestos a  endogamia presidencial.
Forjado en vida y obra en la Argentina, Francisco, ha dado sobradas muestras en ese país de sus inclinaciones pastorales: una relación extraordinariamente cercana con la comunidad judía porteña, su trabajó con ellos en programas para combatir la pobreza, su  disposición a abordar el rol controversial de la Iglesia durante el Holocausto y la necesidad de abrir los expedientes del Vaticano para descubrir la verdad, el haber escrito un libro junto con un rabino indica que podría estar dispuesto a disipar el misterio que rodea al Vaticano en otras controversias, tal vez incluso las relacionadas con los recientes escándalos de abuso sexual, cuestión que en la práctica ya se encuentra realizando.
Demostró estar comprometido a fortalecer las relaciones con otras religiones y decidido a luchar por la justicia. Asistió a varias ceremonias de Rosh Hashaná, encendió velas de Janucá y presionó al gobierno argentino para que insistiera en una investigación realizada en 1994 sobre el ataque en contra de un centro comunitario judío, el peor ataque terrorista de la historia de Argentina.
Ha recalcado que su obligación con la verdad no consistía en hacer declaraciones, sino en buscar que se hiciera justicia, lo que posiblemente da una pista de lo que está por venir.
Algunas de sus palabras, dirigidas al basto universo católico, han tenido resonancia en otros ámbitos, pero la suspicacia argentina ha creído entender que estaban dirigidas al consumo interno: "no solo el terrorismo, la represión y el asesinato violan los derechos humanos, sino también las estructuras económicas injustas que producen gran desigualdad", es de una vigencia absoluta para la República Argentina.
Su apremiante llamamiento a una reforma económica y ética y a la solidaridad desinteresada, ante una humanidad que vive un momento álgido de su historia, no solo recuerda que el rechazo de Dios lleva a la tiranía financiera, a una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta, sino que también pone el acento en cuestiones que son pan cotidiano en la Argentina de estos días, pues frente a estas palabras se encuentra nada más y nada menos que el proyecto de “reinserción de capitales” (blanqueo) presentado por el oficialismo en medio de las denuncias de corrupción.
Independientemente de la práctica confesional que cada uno pueda profesar, el releer las palabras pronunciadas por Francisco ante nuevos embajadores el 16 de mayo del 2013, no puede menos que hacer una referencia a la actualidad nacional: «Queridos Embajadores  sería conveniente realizar una reforma financiera que fuera ética y, a su vez que comportara una reforma económica saludable para todos. Sin embargo, esto requeriría un cambio audaz de actitud de los dirigentes políticos. Les exhorto a que afronten este reto, con determinación y visión de futuro, por supuesto, teniendo en cuenta la naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promoverlos. El Papa insta a la solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera».
Tal vez sea el momento de comenzar a pensar no solo más allá de octubre del 2013 sino también mucho más allá del 2015, proyectando un futuro sostenible con SOLIDARIDAD DESINTERESADA Y A UN RETORNO A LA ÉTICA EN FAVOR DEL HOMBRE EN LA REALIDAD ECONÓMICA Y FINANCIERA para el siglo venidero.

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