La opinión publica urbana está modificando el grado de receptividad de la
actividad presidencial, las sucesivas marchas muestran un aumento de
participación ciudadana y una aceptación en las mismas de políticos opositores,
cosa que no ocurría en las primeras.
El modelo, para subsistir necesita de urgentes modificaciones
sobre todo debido al cambio negativo en las condiciones de la economía mundial
y la dispar realidad que se da con el nivel alcanzado por países vecinos. Esto
traerá perdedores y ganadores. Como en todo ajuste, la relación con el
sindicalismo (y no solo con el sector Moyanista) se volverá mucho más tensa de
no encontrarse alternativas paliativas al proceso inflacionario.
Se vislumbra una nueva “madre de todas las batallas”, esta vez con el
Poder Judicial, y si bien en el aspecto legislativo todo parece favorecer a la
Presidente, no ocurre lo mismo en los medios ni en la opinión pública, siendo
altamente probable que sectores judiciales resistan, amparos mediante, el
proceso, lo que implicaría un retroceso en la agenda presidencial semejante al
ocurrido con el campo.
Nada parece indicar que política de desacralización de “vacas sagradas”
fuera a detenerse, siendo este un signo distintivo del kirchnerismo que se ha
potencializado con el cristinismo. Si los “triunfos” obtenidos en base a las
empresas privatizadas, las AFJP, el FMI,
los fondos buitres, los militares, la Iglesia, el duhaldismo, algunos
empresarios y los medios (este a medio camino) fue un gran rédito político para
el Gobierno y seguramente lo continuará intentando.
En el plano político electoral aumentará la tensión con el “peronismo
opositor” y el sindicalismo politizado. Moyano plantó bandera opositora dentro
de las huestes del PJ- no cristinista,
con lo que se demuestra que los puntos de conflicto con el Gobierno Nacional no sólo estarán anclados en
demandas de la CGT o en el uso del derecho de huelga. La conflictividad será
estructural, en la medida en que la Presidente tiene en mente reducir el poder
de veto y presión de las estructuras sindicales (y territoriales) dentro del
esquema de coalición política que imagina: un esquema de centroizquierda en el
cual el cristinismo sea el actor principal, relegando al peronismo pegotista a una incidencia diluida.
Esto se verifica con la incidencia de un proceso de renovación
dirigencial. La incidencia de Unidos y Organizados, (con un papel
preponderante de La Cámpora por sobre los otros grupos Kolina,
Movimiento Evita, MILES, etc.) y de jóvenes, sumado a la entronización de Amado
Boudou y Juan Manuel Abal Medina, Kiccilof, Larroque, etc. entra dentro de un
mismo anhelo de proyectar figuras nuevas que no provengan de las lógicas
tradicionales del peronismo, y que se hayan incubado dentro del propio
kirchnerismo cristinizado.
Ese aspecto de su proyecto implica cambiar los actores para trazar nuevas
coordenadas de alineamiento ideológico.
Empero, ello se encuentra condicionado por la “inserción asalariada”
que estos sectores así como distintos referentes e intendentes (dependientes de
fondos nacionales) tienen en el territorio, sobre todo el bonaerense. La
capacidad movilizadora del cristinismo, sospechada de rentada, tiende a verse
confrontada con las movilizaciones espontaneas realizadas en los principales
centros urbanos.
Por otro lado, y como nuevo factor a tener en cuenta está el hecho de las
denuncia por corrupción que han asomado en los últimos tiempos y que afectan la
imagen del ex presidente, de empresarios amigos del gobierno y de funcionarios
de distinto rango, llegando a la figura presidencial.
Estas “debilidades” del oficialismo, encuentran su contrapartida en la
principal “fortaleza” que lo sostiene y le permite aun continuar “marcando
agenda”: la dispersión de la oposición, que desde los catastróficos resultados
del 2011, no atina a encontrar un elemento aglutinador permanente, para desde
allí ofrecerse como una alternativa válida y creíble.
Afectados no solo por el efecto “54%”, los opositores pagan precio alto
por diversas cuestiones, muchos de ellos por su inmediato pasado ya sea como
funcionarios o como “sostén” del modelo kirchnerista-cristinista, otros por sus
escasas inserciones territoriales y la falta de expansión a nivel nacional,
algunos por su excesiva identificación pública con determinadas orientaciones
políticas que les impide tener una flexible adaptación a nuevas expectativas, y
en general la gran mayoría de ellos por un excesivo protagonismo personal que,
las más de las veces les ha hecho dilapidar las ocasionales oportunidades en
que han sabido poner, aunque volátiles, límites al oficialismo.
A todo ello se debe sumar la irrupción de una figura totalmente ajena al
mundo político y que no ha tenido, ni se espera que tenga, intervención directa
en él, pero que con sus actitudes, sus actividades y su ascendencia
trascendental, puede alterar por acción u omisión (y no necesariamente
política) el tablero de expectativas inmediatas.
Esta figura, la del Papa Francisco, puede actuar por elevación y por
contraposición en la opinión pública general, sirviendo como un marco
referencial en el que contrarrestar la imagen del oficialismo. La actitud ambivalente del Gobierno nacional ante su
designación (precedida por su relación cuando se encontraba frente a la Iglesia
de Buenos Aires) ha sido observada con atención por la opinión pública.
La divulgación de su imagen de modestia, (su desdén hacia las comodidades
terrenales —prefiere usar el autobús a una limusina con chofer y hasta ahora
preparaba sus propias comidas—, pero su activismo en favor de los pobres ha
sido igualmente notable a lo largo de su vida. Aunque rechaza la "teología
de la liberación"—una ideología social y política radical—, apoya la
aplicación de políticas firmes para promover la igualdad), de su humildad y
simpleza, (se reivindica simpatizante futbolero) pero fundamentalmente de sus
intentos de renovar los aires de la iglesia (y por ende de todo un sector de la
humanidad) resultan altamente opuestos a
endogamia presidencial.
Forjado en vida y obra en la Argentina, Francisco, ha dado sobradas
muestras en ese país de sus inclinaciones pastorales: una relación
extraordinariamente cercana con la comunidad judía porteña, su trabajó con
ellos en programas para combatir la pobreza, su
disposición a abordar el rol controversial de la Iglesia durante el
Holocausto y la necesidad de abrir los expedientes del Vaticano para descubrir
la verdad, el haber escrito un libro junto con un rabino indica que podría
estar dispuesto a disipar el misterio que rodea al Vaticano en otras
controversias, tal vez incluso las relacionadas con los recientes escándalos de
abuso sexual, cuestión que en la práctica ya se encuentra realizando.
Demostró estar comprometido a fortalecer las relaciones con otras
religiones y decidido a luchar por la justicia. Asistió a varias ceremonias de
Rosh Hashaná, encendió velas de Janucá y presionó al gobierno argentino para
que insistiera en una investigación realizada en 1994 sobre el ataque en contra
de un centro comunitario judío, el peor ataque terrorista de la historia de
Argentina.
Ha recalcado que su obligación con la verdad no consistía en hacer
declaraciones, sino en buscar que se hiciera justicia, lo que posiblemente da
una pista de lo que está por venir.
Algunas de sus palabras, dirigidas al basto universo católico, han tenido
resonancia en otros ámbitos, pero la suspicacia argentina ha creído entender
que estaban dirigidas al consumo interno: "no
solo el terrorismo, la represión y el asesinato violan los derechos humanos,
sino también las estructuras económicas injustas que producen gran
desigualdad", es de una vigencia absoluta para la República Argentina.
Su apremiante llamamiento a una reforma económica y ética y a la
solidaridad desinteresada, ante una humanidad que vive un momento álgido de su
historia, no solo recuerda que el rechazo de Dios lleva a la tiranía
financiera, a una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta,
sino que también pone el acento en cuestiones que son pan cotidiano en la
Argentina de estos días, pues frente a estas palabras se encuentra nada más y
nada menos que el proyecto de “reinserción de capitales” (blanqueo)
presentado por el oficialismo en medio de las denuncias de corrupción.
Independientemente de la práctica confesional que cada uno pueda
profesar, el releer las palabras pronunciadas por Francisco ante nuevos embajadores
el 16 de mayo del 2013, no puede menos que hacer una referencia a la actualidad
nacional: «Queridos Embajadores sería conveniente realizar una reforma
financiera que fuera ética y, a su vez que comportara una reforma económica
saludable para todos. Sin embargo, esto requeriría un cambio audaz de
actitud de los dirigentes políticos. Les exhorto a que afronten este
reto, con determinación y visión de futuro, por supuesto, teniendo en cuenta la
naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero debe servir y no
gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación,
en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres,
respetarlos, promoverlos. El Papa insta a la solidaridad desinteresada y a
un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y
financiera».
Tal vez sea el momento de comenzar a pensar no solo más allá de octubre
del 2013 sino también mucho más allá del 2015, proyectando un futuro sostenible
con SOLIDARIDAD DESINTERESADA Y A UN
RETORNO A LA ÉTICA EN FAVOR DEL HOMBRE EN LA REALIDAD ECONÓMICA Y FINANCIERA
para el siglo venidero.
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