En
un post anterior nos preguntábamos QUE
HACER? e intentábamos esbozar una respuesta: encontrar puntos mínimos comunes que nos permitieran ir avanzando en
propuestas concretas que se traduzcan en acción.
Para
ello partíamos de la base que, todos aquellos a
quienes nos preocupa nuestra realidad, tenemos una visión más o menos
semejante de la misma pero divergimos en las opciones que resultan prioritarias
y en las alternativas para superarlas.
Para
abordar una solución a estas dos cuestiones, (cuales resultan prioritarias y la
elección de las alternativas), nos hemos propuesto un “método de trabajo” que tal vez no sea el óptimo, pero que hasta
ahora nos ha permitido internamente, alcanzar consensos mínimos en cuanto a
metodología se refiere.
Primero
intentamos ver si somos objetivos al percibir la realidad. A poco de jurar
todos que si lo éramos, nos dimos cuenta que lo “real” tenía para cada uno de los participantes un “significado
distinto”, con lo que, de alguna manera arribamos a la conclusión de que “percibíamos”
realidades distintas.
Un
ejemplo nos sirvió de mucha ayuda:
Cinco
personas (un famélico, un alumno, un fruticultor, una madre y un exportador) “ven”
un mismo objeto: una manzana. La manzana es una y la misma para todos y no pueden caber dudas que todos ven la
misma realidad.
Pero,
como la perciben “subjetivamente” les hace arribar a conclusiones distintas
sobre su “significado”
El
famélico, ve en la manzana el mecanismo inmediato para satisfacer su hambre y
propone su inmediato consumo.
El
alumno, ve en ella la posibilidad de congraciarse con su educadora y propone
llevársela.
La
madre desea agradar a su familia con una tarta.
El
fruticultor, la ve como semilla y estima que ese es el destino más apropiado.
El
exportador, ve una posibilidad de negocio extrayéndole su jugo y vendiendo
este.
Todos
y cada uno tiene los mejores argumentos para defender y sostener su postura, y
no solo eso, sino que en base a ellos explica como los demás se van a beneficiar
si aceptan lo que él propone.
Obviamente,
la discusión se prolonga en el tiempo y este va haciendo efecto sobre los
participantes, los que, aferrándose cada uno a su posición de manera
irreductible no solo se niegan a modificarla, sino que además comienzan a
denostar primero las posiciones de los otros y luego, algo enardecidos, a los
otros mismos.
Pero
el tiempo, también afectó a la manzana, por lo que al cabo de un lapso todos se
dan cuenta que la fruta se encuentra en un estado tal de descomposición que ya no
resulta útil ni para comer, ni para llevar a la docente, ni para cocinar una
tarta, ni para sembrar ni para extraerle jugo, pero, por encima de ello,
subrepticiamente aparece una rata y se lleva lo que quedaba de la manzana.
Todos
han perdido no solo la manzana sino también una oportunidad y como resultado se
ha beneficiado un tercero ajeno al grupo.
Esto
ha venido sucediendo, y aún sucede con nuestra realidad sociopolítica: se
sostienen posiciones irreductibles, se atacan las posiciones de los otros y
luego a los otros, en tanto la realidad va cambiando y los “terceros” (más o
menos los mismos) aprovechan la situación para obtener beneficios o perdurar en
sus prebendas.
Si
en lugar de actuar como se dijo que actuaron nuestros cinco personajes,
hubieran utilizado su sensibilidad y su
imaginación, tal vez hubieran podido arribar a una solución distinta, en la
que, no satisfarían sus apetencias de manera total, sino solo de manera
parcial, pero podrían hacerlo todos y sería un primer paso para lograr más.
Si
alguien hubiera propuesto, por ejemplo, quitar la cascara a la manzana por un
lado, las semillas por otro y con la pulpa hacer compota, el famélico y el
alumno, con esta, hubieran podido cumplir con sus deseos en forma parcial, la
madre con las cascaras hacer un postre en lugar de una tarta, el fruticultor tendría
sus semillas para sembrar y el exportador, paciencia mediante, jugo en cantidad
suficiente para su negocio, la manzana no se hubiera descompuesto y la rata no tendría que robar.
Todos
hubieran obtenido algo y a partir de ese “algo” y de continuar actuando con el
mismo método, ir mejorando sus “realidades”
Esta
“metodología de trabajo” nos permite
no cerrarnos en nuestras posiciones, no
descalificar al otro porque piensa distinto o proviene de una ideología
distinta, encontrar puntos mínimos en los que trabajar en conjunto aunque
nuestros intereses sean disímiles, evitar que terceros aprovechadores usufructúen
lo que estamos tratando de construir, “perder”
menos tiempo y fundamentalmente, comprender al otro, lograr “empatía” con el
mismo y ver que en “algo” podemos realizar un esfuerzo conjunto.
Otra
cuestión a tener en cuenta, es que no debemos “personalizar” el coflicto, sino atacar y erradicar lo que él
representa.
Podemos
coincidir que en esta etapa hay corruptos, inoperantes, aprovechadores, antidemocráticos y muchos otros epítetos más,
y a cada uno de ellos seguramente podemos asignarles un nombre y apellido.
Pero
no es el “nombre y apellido” lo que debemos quitar de en medio, sino las “condiciones”
que permitieron que tales “nombres y apellidos” llegaran a ser corruptos,
inoperantes, aprovechadores, etc. Etc.
Si
no se les brindan las condiciones NUNCA
MAS pueden surgir estos personajes.
Es
decir, y puesto en términos bélicos, el enemigo no es fulano de tal porque es
corrupto, intolerante, etc, el enemigo es la corrupción, la intolerancia, etc,
y en esa “hipótesis de conflicto”,
el corrupto, el intolerante, el antidemocrático pasa a ser un adversario al que
hay que subyugar, es decir, quitar de su posición actual, minar o neutralizar
sus apoyos, aumentar sus adversarios para debilitarlo, puesto que como “conjunto
humano” que es, en algún momento futuro vamos a tener que convivir con él, solo
que debemos impedirle que retome su
posición de dominio o sea reemplazado por un semejante.
Así,
la frase no sería “muerto el perro se
acabó la rabia”, sino erradiquemos la rabia para que ningún perro vuelva a “tentarse”
con ella.
Esto
traducido en un ejemplo histórico reciente sería: nos quitamos de encima los “nombres
y apellidos” del Proceso de Reorganización Nacional porque eran autoritarios,
corruptos, desmanejaron la economía, cortaban las libertades y otros muchos
etc. Y hoy vemos que, urnas mediante, padecemos los mismos males.
Es
decir que, como cuerpo social, dejamos “vivitas y coleando” las condiciones
para que un “nombre y apellido”, con las adecuaciones a los tiempos que corren,
actúen de manera semejante a lo que nos quitamos de encima.
La
rabia volvió a tentar al perro.
Concluyendo:
usemos toda nuestra sensibilidad e imaginación como seres humanos para abordar
y comprender “nuestra” realidad y la “ajena”, determinemos “junto al otro” cuáles son las cuestiones mínimas que nos han de
hacer trabajar en conjunto las alternativas posibles de acción, propongámonos estas,
siempre teniendo en cuenta que el objetivo a lograr no es tal o cual persona
sino las condiciones que permiten que resurjan los mismos males bajo distintos
nombres.
Y
en este hacer veamos como sumamos voluntades, no desde un principio “purista”
que marque con un estigma a quienes pueden de alguna manera u otra resultar “aliados” (en el lugar que les
corresponda) en nuestra aventura de construir
un futuro distinto y mejor.