viernes, 24 de mayo de 2013

Como hacer?

En un post anterior nos preguntábamos QUE HACER? e intentábamos esbozar una respuesta: encontrar puntos mínimos comunes que nos permitieran ir avanzando en propuestas concretas que se traduzcan en acción.
Para ello partíamos de la base que, todos aquellos a  quienes nos preocupa nuestra realidad, tenemos una visión más o menos semejante de la misma pero divergimos en las opciones que resultan prioritarias y en las alternativas para superarlas.
Para abordar una solución a estas dos cuestiones, (cuales resultan prioritarias y la elección de las alternativas), nos hemos propuesto un “método de trabajo” que tal vez no sea el óptimo, pero que hasta ahora nos ha permitido internamente, alcanzar consensos mínimos en cuanto a metodología se refiere.
Primero intentamos ver si somos objetivos al percibir la realidad. A poco de jurar todos que si lo éramos, nos dimos cuenta que lo “real” tenía para cada uno de los participantes un “significado distinto”, con lo que, de alguna manera arribamos a la conclusión de que “percibíamos” realidades distintas.


Un ejemplo nos sirvió de mucha ayuda:
Cinco personas (un famélico, un alumno, un fruticultor, una madre y un exportador) “ven” un mismo objeto: una manzana. La manzana es una y la misma para todos y no pueden caber dudas que todos ven la misma realidad.
Pero, como la perciben “subjetivamente” les hace arribar a conclusiones distintas sobre su “significado”
El famélico, ve en la manzana el mecanismo inmediato para satisfacer su hambre y propone su inmediato consumo.
El alumno, ve en ella la posibilidad de congraciarse con su educadora y propone llevársela.
La madre desea agradar a su familia con una tarta.
El fruticultor, la ve como semilla y estima que ese es el destino más apropiado.
El exportador, ve una posibilidad de negocio extrayéndole su jugo y vendiendo este.
Todos y cada uno tiene los mejores argumentos para defender y sostener su postura, y no solo eso, sino que en base a ellos explica como los demás se van a beneficiar si aceptan lo que él propone.
Obviamente, la discusión se prolonga en el tiempo y este va haciendo efecto sobre los participantes, los que, aferrándose cada uno a su posición de manera irreductible no solo se niegan a modificarla, sino que además comienzan a denostar primero las posiciones de los otros y luego, algo enardecidos, a los otros mismos.
Pero el tiempo, también afectó a la manzana, por lo que al cabo de un lapso todos se dan cuenta que la fruta se encuentra en un estado tal de descomposición que ya no resulta útil ni para comer, ni para llevar a la docente, ni para cocinar una tarta, ni para sembrar ni para extraerle jugo, pero, por encima de ello, subrepticiamente aparece una rata y se lleva lo que quedaba de la manzana.
Todos han perdido no solo la manzana sino también una oportunidad y como resultado se ha beneficiado un tercero ajeno al grupo.
Esto ha venido sucediendo, y aún sucede con nuestra realidad sociopolítica: se sostienen posiciones irreductibles, se atacan las posiciones de los otros y luego a los otros, en tanto la realidad va cambiando y los “terceros” (más o menos los mismos) aprovechan la situación para obtener beneficios o perdurar en sus prebendas.
Si en lugar de actuar como se dijo que actuaron nuestros cinco personajes, hubieran utilizado su sensibilidad y su imaginación, tal vez hubieran podido arribar a una solución distinta, en la que, no satisfarían sus apetencias de manera total, sino solo de manera parcial, pero podrían hacerlo todos y sería un primer paso para lograr más.
Si alguien hubiera propuesto, por ejemplo, quitar la cascara a la manzana por un lado, las semillas por otro y con la pulpa hacer compota, el famélico y el alumno, con esta, hubieran podido cumplir con sus deseos en forma parcial, la madre con las cascaras hacer un postre en lugar de una tarta, el fruticultor tendría sus semillas para sembrar y el exportador, paciencia mediante, jugo en cantidad suficiente para su negocio, la manzana no se hubiera descompuesto y la rata no tendría que robar.
Todos hubieran obtenido algo y a partir de ese “algo” y de continuar actuando con el mismo método, ir mejorando sus “realidades”
Esta “metodología de trabajo” nos permite no cerrarnos en nuestras posiciones, no  descalificar al otro porque piensa distinto o proviene de una ideología distinta, encontrar puntos mínimos en los que trabajar en conjunto aunque nuestros intereses sean disímiles, evitar que terceros aprovechadores usufructúen lo que estamos tratando de construir, “perder” menos tiempo y fundamentalmente, comprender al otro, lograr “empatía” con el mismo y ver que en “algo” podemos realizar un esfuerzo conjunto.
Otra cuestión a tener en cuenta, es que no debemos “personalizar” el coflicto, sino atacar y erradicar lo que él representa.
Podemos coincidir que en esta etapa hay corruptos, inoperantes, aprovechadores,  antidemocráticos y muchos otros epítetos más, y a cada uno de ellos seguramente podemos asignarles un nombre y apellido.
Pero no es el “nombre y apellido” lo que debemos quitar de en medio, sino las “condiciones” que permitieron que tales “nombres y apellidos” llegaran a ser corruptos, inoperantes, aprovechadores, etc. Etc.
Si no se les brindan las condiciones NUNCA MAS pueden surgir estos personajes.
Es decir, y puesto en términos bélicos, el enemigo no es fulano de tal porque es corrupto, intolerante, etc, el enemigo es la corrupción, la intolerancia, etc, y en esa “hipótesis de conflicto”, el corrupto, el intolerante, el antidemocrático pasa a ser un adversario al que hay que subyugar, es decir, quitar de su posición actual, minar o neutralizar sus apoyos, aumentar sus adversarios para debilitarlo, puesto que como “conjunto humano” que es, en algún momento futuro vamos a tener que convivir con él, solo que debemos impedirle que retome su posición de dominio o sea reemplazado por un semejante.
Así, la frase no sería “muerto el perro se acabó la rabia”, sino erradiquemos la rabia para que ningún perro vuelva a “tentarse” con ella.
Esto traducido en un ejemplo histórico reciente sería: nos quitamos de encima los “nombres y apellidos” del Proceso de Reorganización Nacional porque eran autoritarios, corruptos, desmanejaron la economía, cortaban las libertades y otros muchos etc. Y hoy vemos que, urnas mediante, padecemos los mismos males.
Es decir que, como cuerpo social, dejamos “vivitas y coleando” las condiciones para que un “nombre y apellido”, con las adecuaciones a los tiempos que corren, actúen de manera semejante a lo que nos quitamos de encima.
La rabia volvió a tentar al perro.
Concluyendo: usemos toda nuestra sensibilidad e imaginación como seres humanos para abordar y comprender “nuestra” realidad y la “ajena”, determinemos “junto al otro” cuáles son las cuestiones mínimas que nos han de hacer trabajar en conjunto las alternativas posibles de acción, propongámonos estas, siempre teniendo en cuenta que el objetivo a lograr no es tal o cual persona sino las condiciones que permiten que resurjan los mismos males bajo distintos nombres.
Y en este hacer veamos como sumamos voluntades, no desde un principio “purista” que marque con un estigma a quienes pueden de alguna manera u otra resultar “aliados” (en el lugar que les corresponda) en nuestra aventura de construir un futuro distinto y mejor.