Nacida en 1997
la Alianza para la Producción, el
Trabajo y la Educación, creada por la Unión Cívica Radical y al Frente para un
País Solidario (FREPASO), muy rápidamente recibió el apoyo de otros partidos de
la oposición al gobierno de Carlos Menem, lo que le permitió ganar las
elecciones de Octubre de 1999.
Fernando de la
Rua se enfrentó con un déficit fiscal mayor al esperado, una importante deuda
externa y la necesidad de obtener durante el año 2000 por lo menos U$S 17.000
millones en los mercados de capitales internacionales, el gobierno implementó
sus primeras medidas, que consistieron en aumentar los impuestos, aprobar una
moratoria y acelerar la agenda para el cobro de los anticipos de impuestos.
Estas medidas
tuvieron una influencia negativa en la economía y pararon la recuperación que
había comenzado a fines de 1999. El gobierno fue duramente criticado por optar
por aumentar los impuestos en lugar de reducir sus gastos, los indicadores
económicos del consumo interno comenzaron a mostrar signos negativos, y la
economía en lugar de mostrar claras señales de mejoría empezó a deteriorarse.
La recaudación de impuestos no alcanzó los niveles estimados y el déficit
mensual excedió al previsto. Esta situación forzó al gobierno en los meses
sucesivos a intentar disminuir los gastos fiscales planeados, pero sin obtener
en la práctica los objetivos buscados.
En octubre de
2000 renuncia el vicepresidente asestando un duro golpe al gobierno aliancista,
a ello se suma la oposición interna del radicalismo y se precipita la crisis
subsiguiente.
Pese a que en
Diciembre de 2000 Argentina acordó con el FMI un “blindaje” financiero de aproximadamente $40.000 millones y se
comprometió a la realización de reformas y la reducción de gastos en el sector
público, los fondos obtenidos no fueron suficientes para cubrir las necesidades
financieras del 2001 y el país continuó dependiendo de la receptividad de los
mercados de capitales.
Rápidamente se
hizo evidente que las promesas, reformas y recorte de gastos no tenían apoyo
político y la situación continuaba empeorando. El déficit fiscal durante los
primeros dos meses de 2001 excedió los montos previstos, la confianza de los
consumidores no mejoró.
En marzo del
2001 hay un cambio en la conducción económica y un programa de reducción de
gastos de 8.000 millones a llevarse a cabo en un período de tres años, lo que fue
rechazado por el ala izquierdista de la Alianza, principalmente seguidores del
ex presidente Raúl Alfonsín y miembros del Frepaso, esto dejó al gobierno en
una situación difícil, estaba claro que la Alianza no tenía una alternativa
para reemplazar a López Murphy.
Es designado
ministro de economía el Dr. Cavallo, quien basa su política inicial en una
orientación pro-crecimiento que fue más aceptable para los políticos, que los
recortes anunciados por López Murphy.
Luego de
obtener poderes especiales por parte del Congreso (que no incluían la
autorización para reducir salarios o pensiones) Cavallo comenzó con una serie
de medidas que tuvieron dos objetivos: incrementar
la recaudación fiscal y recomponer
la situación de aquellos sectores económicos más afectados por la
situación. Se creó un nuevo impuesto sobre los cheques, se eliminaron los
recargos a la importación de bienes de capital, se aumentaron los recargos
aplicables a los bienes terminados producidos en el país, se redujo en un 50 %
el IVA en la compra de bienes de capital y se extendió este impuesto a otros
bienes antes no alcanzados, se da comienzo a una negociación de planes de competitividad
que apuntaron a reducir los costos de ciertos sectores productivos a través de
la baja o eliminación de impuestos a cambio del compromiso por parte de los
empresarios de la reducción de precios y el mantenimiento de los niveles de
empleo.
Todo ello tuvo
un éxito inicial que descansaba fundamentalmente en el prestigio del Dr.
Cavallo, pero a pesar de la aprobación formal del Congreso de los poderes
especiales y otra legislación solicitada por el Poder Ejecutivo, no había un
apoyo político expreso a las medidas tomadas, en consecuencia, no se recuperó
la confianza y la reacción de los mercados a las medidas no fue todo lo
positiva que se deseaba.
Era evidente
que ni los mercados locales ni los externos percibían claramente que el déficit
sería controlado y que la economía se recuperaría. Esta percepción mantenía
elevadas las tasas de interés y a esos niveles no era posible la recuperación.
Otro factor que tuvo un impacto negativo, fue el anuncio a mediados de abril de
la propuesta de modificar la ley de convertibilidad permitiendo que el peso
estuviese atado 50% al dólar y 50% al euro. Aunque se enfatizó que este cambio
ocurriría recién cuando la relación entre el dólar y el euro fuese de uno a uno
y el ministro se esforzó en reafirmar la continuación de la convertibilidad, el
anuncio fue tomado por los mercados como
una amenaza a la paridad 1 a 1.
El gobierno
tuvo que tuvo que implementar más aumentos de impuestos, eliminar algunas
exenciones en el IVA y aumentar la tasa del impuesto sobre las transacciones
financieras. Estos aumentos disminuyeron aún más las expectativas de una pronta
recuperación, por lo que se comenzó a comenzó a trabajar en un canje voluntario de la deuda, con el
objetivo de posponer los pagos de capital e intereses. Finalmente el total de
la oferta alcanzó $33,3 mil millones; $8 mil millones fueron ofertados por
inversores extranjeros y el resto por locales. Aunque las tasas fueron altas,
aproximadamente del 15%, se creyó que este respiro mejoraría el humor de los
inversores, dado que el pago de capital e intereses se reduciría en $8 mil
millones hasta el año 2002.
Las reacciones
iniciales al mega canje fueron
positivas, hacia Junio del 2001 el optimismo generado por el mega canje
prácticamente había desaparecido y el riesgo país comenzó a elevarse
nuevamente. se anunció un nuevo paquete de medidas para estimular la demanda
interna, las exportaciones y acelerar la recuperación. Las nuevas medidas
incluyeron varios beneficios en impuestos y la utilización de un tipo de cambio
distinto para las importaciones y las exportaciones, $1,08 por dólar. Esta
paridad fue presentada como una transición hacia la nueva convertibilidad
basada en 50% sobre el dólar y 50% sobre el euro. Esto hizo que los precios
cayeran fuertemente y que el riesgo país aumentase, alimentando una espiral que
podría terminar como una profecía auto-cumplida.
Con un nuevo
programa se intentó comenzar a operar dentro de un marco de déficit cero, el gobierno finalmente
anunció un conjunto de medidas que incluyeron recortes en los salarios del
gobierno y en las jubilaciones y pensiones, fijando máximos en los salarios
públicos, extendiendo el impuesto a los débitos y a los créditos, etc. Los
recortes anunciados para eliminar el déficit no ayudaron a ganar la confianza de
los mercados y el riesgo país continuó aumentando, situando al país segundo
entre los países más riesgosos. La reacción negativa de los mercados estaba
basada en que el gobierno no obtendría apoyo político, para implementar las
medidas requeridas.
Una vez más
los seguidores del ala izquierdista del partido Radical y los miembros del
Frepaso no apoyaron al gobierno y expresaron su oposición a las medidas
anunciadas por el Presidente, pese a ello el paquete se aprobó y se negoció un
nuevo canje de deuda a modo de salvataje.
En las
elecciones de Octubre del 2001 Octubre los discursos de los candidatos fueron
muy negativos; pronosticaban una devaluación del peso, pedían la renuncia del
Ministro de Economía y reclamaban un cambio del modelo económico. Como consecuencia,
el riego país llegó al nivel de 2000, las tasas de interés subieron
drásticamente y comenzó nuevamente la salida de depósitos; durante el mes se
perdieron entre 2000 y 2500 millones. Como se esperaba, en las elecciones del
14 de octubre la Alianza tuvo una pobre performance y perdió bancas. El Partido
Justicialista controlaría el Senado desde el 10 de diciembre y sería la primera
minoría en la Cámara de Diputados.
En Noviembre
el gobierno anunció una nueva serie de medidas económicas centradas en un canje
de bonos de deuda corriente por nuevas series, garantizadas por ingresos
fiscales, con una tasa de interés del 7%. Las noticias referentes al canje de
deuda local e internacional no habían sido bien recibidas por los acreedores;
asimismo la situación política y económica no ayudaban pues el gobierno federal
y las provincias no se ponían de acuerdo respecto de la coparticipación de
recursos y continuaba el déficit. Consecuentemente se inició una nueva fuga de
depósitos.
Rumores de que
el gobierno devaluaría o congelaría los depósitos bancarios causaron un retiro
sin precedentes. Durante el primer fin de semana de Diciembre 2001 el Gobierno
preparó nuevas medidas que significaron el fin de la convertibilidad como se conocía desde 1991.
Los cambios se
centraron en la restricción de efectivo, movimientos de depósitos y operaciones
de cambio. Estas medidas se tomaron para parar la fuga de depósitos y reservas
y preservar el sistema bancario, pero fueron recibidas con fuerte descontento
por la mayoría de la población, hecho que fue capitalizado por los sindicatos,
los políticos, etc. Este descontento derivó en serias protestas sociales de la
población contra el Gobierno, lo que resultó en la renuncia del Dr. Cavallo y
el resto del gabinete, Como consecuencia de continuadas protestas sociales
violentas con la participación de activistas y con mucho ruido en la clase
media, el Dr. De la Rua se vio obligado a renunciar el 21 de diciembre.
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