martes, 21 de mayo de 2013

1983-2013 - Los Presidentes: Alfonsín

ALFONSIN
En 1983, creímos entrar definitivamente en una etapa democrática.
Habíamos votado y Raúl Alfonsín nos ilusionaba sosteniendo que “Con la democracia se come, se educa, se cura” levantando las  banderas de la libertad, la democracia, la defensa de los derechos humanos y la justicia social. En su gestión se destacó la realización del Juicio a las Juntas, el Tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile y la formación del Mercosur.
Todo ello en un contexto internacional desfavorable que lo obligó a   enfrentar dos grandes grupos de problemas: la consolidación de la democracia y la difusión de la misma hacia todos los ámbitos de la sociedad y la relación con las Fuerzas Armadas; siendo su obra general de gobierno condicionada por la inflación y la crisis de la deuda externa.
A estos escollos debió enfrentar su propuesta de construir un Estado de Derecho, al cual los poderes corporativos (FF.AA., Iglesia y Sindicatos) deberían someterse y consolidar un sistema político que resolviera los conflictos de una manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa.
Su decisión de crear  la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), el informe “NUNCA MAS” producido y los consiguientes Juicios a las Juntas (que constituyeron un hecho sin precedentes en el mundo), dieron lugar a planteamientos por parte de sectores de las Fuerzas Armadas que se negaban a aceptar el enjuiciamiento por violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar anterior, los que fueron enfrentados fundamentalmente por masiva movilizaciones civiles, acompañadas por la CGT mediante una huelga general.
No obstante a raíz de estos alzamientos militares, y en el contexto nacional de consolidación de la democracia, surgieron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que fueron objetos de fuertes cuestionamientos por parte de las organizaciones de derechos humanos, el movimiento estudiantil, y las fuerzas políticas progresistas, incluidos sectores internos del radicalismo como la Juventud Radical y su brazo universitario Franja Morada.
Sobre las mismas Alfonsín en su momento expresó: “Las medidas que nosotros tomamos, que lo hicimos con un criterio de racionalidad, no se compadecían con lo emocional del pueblo en ese momento. De modo que fue algo que se vio como una enorme frustración, en general, por todos los argentinos. Acompañado por todas las organizaciones de derechos humanos y sobre todo por los partidos políticos opositores. De modo tal que cuando Menem, posteriormente, realiza el indulto se creyó que era mucho menos grave que lo que yo había hecho. Que por otra parte no era sino cumplir con lo que había señalado durante la campaña: la responsabilidad principal es de los que mandan, la segunda de los que se han excedido en el cumplimiento de las órdenes y la tercera, los que en ese marco de terror que había, creyeron en la legitimidad de la orden impartida. Entonces, sobre esos yo no quería que recayera la pena” (Raúl Alfonsín en una entrevista radial realizada por Pepe Eliashev el 6 de agosto de 2004 – citado por Heriberto Muraro: “La publicidad política (y la política de la publicidad) en la Argentina”, en Diálogo de la Comunicación 27, Buenos Aires: FELAFACS, 2005.)
Menguada su popularidad a partir de este momento y soportando crisis económicas con raíces en el pasado (deuda externa), en el presente (inflación) y proyectadas (descrédito político) intentó diversos planes económicos los que fracasaron  por la oposición del peronismo en el Congreso, por los partidos políticos populares de entonces (incluidos sectores de la UCR) y por la resistencia del movimiento obrero que le realizó 13 huelgas generales, casi 4.000 sectoriales (67% en el sector público) y lock out empresariales.
No obstante estos inconvenientes, Alfonsín permitió la continuidad democrática y entrego la banda presidencial (aunque anticipadamente) a Carlos Saúl Menem el 8 de julio de 1989.

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